Civil

Presupuestos y Derecho Premial

Tribuna Madrid
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El Antiguo Derecho Premial sigue vigente hoy en día. Su parte más conocida es la concesión de títulos nobiliarios, los cuales al haber perdido su contenido económico también han perdido las obligaciones económicas que conllevaban. En otras palabras, un Rey concedía el título de duque, lo que autorizaba al citado duque a cobrar unos impuestos en un determinado territorio y, a su vez, el duque tenía la obligación de ayudar económicamente al Rey, con carácter general, todos los años y, con carácter especial, en caso de necesidad, normalmente con las guerras.

El diezmo

En aquella época, los impuestos nunca eran o no podían ser superiores a un 10% de los ingresos, los famosos diezmos, por cuestiones técnicas y religiosas. En época de guerra,  los impuestos se subían y, acabada ésta, se bajaban con el fin de poder volverlos a subir en la próxima guerra.

Un buen día llegaron los militares y decidieron que ésta era la última guerra. Estamos hablando del año 1918. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, debido a esta idea, fue la primera vez que no se bajaron los impuestos.

Llegó la Segunda Guerra Mundial, se volvieron a subir y, como también iba a ser la última guerra, no se bajaron.

La crisis económica

Desde entonces no tenemos guerras pero sí crisis económicas. Con las crisis nos suben los impuestos y, acabadas éstas, no se bajan, porque no va a ver más crisis y, así, una y otra vez. Después de acabada esta última crisis, según todos nuestros políticos y economistas, tan eficientes y geniales, no se volverá vuelva a producir otra crisis, gracias a sus nuevos  mecanismos.

Esto es una experiencia personal porque, sí se detienen un momento, recordarán un impuesto, llamado Impuesto sobre el Tráfico de Empresas (ITE) del 5% que fue sustituido por el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) del 12% y, ahora, dejémoslo en que está un pelín más alto.

Los políticos empiezan a aceptar que las crisis son cíclicas y se está comenzando a hablar de bajar los impuestos, tras el esfuerzo de la última crisis, para poderlos subir en la próxima. Pero el pensamiento es lento, y el del Estado aún más.

Impuestos e Historia

Retomando la cuestión inicial del Derecho Premial, Atilio Bruto, el más rudo del pueblo, consiguió reunir a 25 miembros de su familia y a algunos amiguetes incluidos dentro de dicho grupo que, obviamente, no se apellidaban Bruto pero que bien lo merecían. Todos juntos combatieron en la batalla de turno, motivo por el cual a Atilio Bruto se le concedió el título de Señor de la Aldea donde vivía y de los territorios circundantes. Tenía el derecho a cobrar impuestos, la obligación de colaborar con el Rey. En caso de conflicto, cuando llegaba la guerra, cuando era necesario, sometía a su población a una dieta de comer agua y beber aire (la dieta de pan y agua es un invento de Hollywood), con el fin de recaudar el dinero suficiente para comprar 25 caballos y armar a 25 caballeros, con el mejor equipamiento, y acudir a la guerra. Todo para conservar su título y sus prebendas. Si incumplía o si no tenía descendientes, el título revertía a la Corona pero, rápidamente aparecía en el siguiente conflicto un primo, Leovigildo Animal, que conseguiría sustituirlo. Y, así, se perpetuó un sistema durante toda la Edad Media.

Se concedían títulos de nobleza con territorios, con obligación de contribuir a los gastos del Rey y aportar soldados. Si se incumplía, se perdía el título con todos sus derechos económicos y revertía en la Corona para que pudiera otorgarlo al siguiente que mostrara su mérito, capacidad y eficiencia en recaudar impuestos, en la medida justa, es decir, que no hubiera rebeliones y aportara los soldados necesarios en la siguiente guerra. Siempre había una guerra en primavera-verano, cuando hacía buen tiempo, no había que cosechar y nuestros almacenes estaban vacíos o los del vecino llenos. Esta guerra anual con el vecino era casi una costumbre que seguía a la fiesta de la cosecha.

La Ley de Presupuestos

Actualmente, como somos más civilizados que antaño, con el fin de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, le concedemos al grupo o territorio de turno la prebenda necesaria para que dicha norma salga adelante. Así se pasa parte o la gestión de los impuestos a las Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos. Año tras año, el juego se repite. Como el Estado necesita recaudar aquello que ha cedido para sacar adelante la Ley de Presupuestos: el IVA sube del 12 al 15,  del 15 al 18 y, por fin, al 21%, por ahora.

Antiguamente, en el momento en que se hubiera llegado al acuerdo de transferir un impuesto a cambio de apoyo en unos presupuestos, si al año siguiente no se hubiera presentado el “Señor”, con sus 25 caballeros (hoy, escaños) a combatir, para sacar adelante tales presupuestos (la guerra anual), le habría sido retirado en ese mismo momento el título con todos sus privilegios porque, si en este país, hay algo más de 5.000 municipios, no se pueden conceder más allá de 5.000 títulos de “Señor” y, además, si el número de impuestos es limitado o si cada vez se cede un 1% ó un 2% del total de los ingresos de la población (el P.I.B. o Producto Interior Bruto), es evidente que esto jamás podrá superar el 100%. Es decir, se pueden transferir impuestos para sacar adelante  los Presupuestos Generales del Estado entre 50 y 100 veces,  momento en el cual la carga impositiva llegará al 100% de nuestros ingresos (todo el P.I.B.), siendo físicamente imposible pagar más.

En conclusión, si se ceden impuestos a cambio de apoyos, desaparecido el apoyo procede la reversión del impuesto cedido porque, caso de no hacerse así, dentro de 10 ó 20 Presupuestos Generales del Estado, nos veremos obligados a seguir la acreditada dieta de comer agua y beber aire. Si así lo hubiéramos hecho en el pasado, puede que siguiéramos pagando un 5% de ITE más un 2% de “premio de apoyo” al partido que permita sacar adelante los presupuestos y no un IVA del 21% . . . ¡por ahora!


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